MODELO
DE COWAN
(en preparación)
Cowan (1988) J. M. Ruiz Vargas: Alianza (1995 p.53),
Ver: J. M. Ruiz Vargas: Editorial Trotta (2002 p. 168); Antonio Crespo: Centro de Editorial Estudios Ramón Areces (2002 p. 319)
4.3.2.
El modelo de Cowan
(Ruiz
Vargas 1995)
Estas últimas
críticas aparecen recogidas en un recientísimo trabajo de Nelson
Cowan (1988), en el que se nos ofrece una integración consistente y actualizada
de los efectos de la atención selectiva y las propiedades de la memoria
en un modelo revisado del sistema humano de procesamiento de la información.
En este nuevo modelo se distinguen tres almacenes de memoria (sensorial, a corto
plazo y a largo plazo), como en el modelo «modal» pero organizados
en un sistema diferente, y un procesador o ejecutivo central.
Si bien los componentes
señalados no parecen representar, a primera vista, nada nuevo con respecto
a los viejos modelos, su conceptualización y organización tienen
muy poco que ver con la ofrecida en aquellos. Como veremos a continuación,
la propuesta de Cowan resulta especialmente interesante por una razón
muy concreta: supone una reformulación crítica del sistema humano
de procesamiento de la información que tiene su principal anclaje, no
en los viejos tópicos sobre «modelado» cognitivo, sino en
las investigaciones más recientes sobre almacenamiento mnésico,
atención selectiva, procesamiento automático versus controlado
y las influencias críticas entre todos estos aspectos absolutamente fundamentales
para el procesamiento de la información.
En esencia, lo
que el modelo de Cowan presenta es una integración extremadamente coherente
de los más relevantes hallazgos y puntos de vista de los últimos
años sobre el procesamiento de la información. En ese sentido,
se distingue una memoria sensorial con dos fases: una fase breve, que produce
una sensación continua durante unos cientos de milisegundos, y una segunda
fase que retiene información sensorial más elaborada durante unos
segundos. Esta última fase es considerada como la activación de
un conjunto de características de la memoria a largo plazo y, por tanto,
como un tipo de memoria activada o, lo que es lo mismo, como parte del almacenamiento
a corto plazo. El almacenamiento a corto plazo o memoria activada, por su parte,
se considera como un subconjunto activado de la memoria a largo plazo.
Tenemos, pues,
dos almacenes (la segunda fase del almacén sensorial y el almacén
a corto plazo) que son considerados como subconjuntos de otros almacenes. El
proceso subyacente a ambos es el mismo: la atención selectiva. En tal
sentido, se postula que el foco de la atención es un subconjunto de la
memoria activada que, a su vez, es un subconjunto de la memoria a largo plazo
(ver figura 1.4).
Sin embargo, no se considera que los contenidos de la memoria activada sean
idénticos a los contenidos de la conciencia. El almacenamiento a corto
plazo se refiere a toda la información temporalmente activada, con independencia
de que esté o no en la conciencia. Es decir, todos los contenidos de
la conciencia pertenecen a la memoria a corto plazo, pero no todos los contenidos
de esta última son conscientes. Sólo cuando los procesos atencionales
se focalizan en unos contenidos de la memoria activada, éstos entran
en la conciencia.
Las propiedades
de la memoria activada (o a corto plazo) son analizadascomo se ha hecho
tradicionalmenteen contraposición a las de la memoria a largo plazo.
Así, en
lo referente a los procesos de codificación, se mantiene la idea dominante
desde la década de los setenta de que no es correcto suponer que la información
está codificada fonéticamente en el almacén a corto plazo
y semánticamente en el almacén a largo plazo. Tanto uno como otro
almacén pueden contener información acústica y semántica.
No obstante, se señala que, en función de los procesos de control
utilizados en cada uno de estos almacenes, podría pensarse en procesos
de control estrechamente asociados con características fonéticas
propios del almacén a corto plazo (e.g., la repetición) frente
a procesos de control con características semánticas propios del
almacén a largo plazo (e.g., la elaboración semántica).
Ahora bien, también se deja muy claro que la asociación fonético-ACP
versus semántico-ALP sería incorrecta.
Por lo que toca
a la capacidad, se retoma la idea experimentalmente contrastada de que las estimaciones
de la capacidad del ACP posiblemente estén infladas por las contribuciones
del ALP. Se señala que el número de elementos de la memoria activada
quizás tenga su límite cercano a siete, pero el subconjunto consciente
de estos elementos seguramente no sobrepase los dos o tres.
En resumen, se
postula que las características distintivas de la memoria a corto plazo
serían una consecuencia de los tipos de procesamiento (e.g., la repetición)
que mantienen la información en un estado activo, mientras que las propiedades
distintivas de la memoria a largo plazo serían el resultado de tipos
de procesamiento utilizados para una recuperación eficaz (e.g., la elaboración
semántica).
Además de un almacén sensorial, un almacén a corto plazo
o de memoria activada y un almacén a largo plazo, Cowan incluye en su
modelo un «componente básico adicional para entender el sistema
de procesamiento»: el ejecutivo central.
El «ejecutivo
central» se considera equivalente a los «procesos de control»
de capacidad limitada de Shiffrin y Schneider (1977) y al concepto de «esfuerzo»
de Kahneman (1973), y todos ellos encuentran justificación en el hecho
observable de que algunas operaciones de procesamiento de la información
están bajo el control voluntario del sujeto (es decir, implicarían
al ejecutivo central), mientras que otras se llevan a cabo automáticamente
(sin la participación del ejecutivo central).
Cowan utiliza el
término «ejecutivo central» para referirse a todos los tipos
de procesamiento de la información y a todos los tipos de transferencia
de información de una forma de almacenamiento a otra que están
bajo el control voluntario del sujeto. En consecuencia, se supone que los sujetos
son conscientes de los ítems de memoria que son procesados por el ejecutivo
central e inconscientes de la información que se procesa automáticamente.
Por lo que respecta a la transferencia de información, el ejecutivo central realizaría las siguientes operaciones:
la selección
de los canales de información de la memoria a corto plazo;
el rastreo
de la memoria a corto plazo para seleccionar entre los ítems procedentes
del estímulo y los procedentes de la memoria a largo plazo;
el mantenimiento
de la información en la memoria a corto plazo mediante la repetición;
procesos de
búsqueda en la memoria a largo plazo a fin de elaborar al máximo
el almacenamiento en dicha memoria de la información procedente de
la memoria a corto plazo, y
actividades
de solución de problemas que incluyan la recuperación de información
de la memoria a largo plazo, así como la recombinación de
unidades de memoria a corto plazo para formar asociaciones nuevas.
El funcionamiento
de los cuatro componentes señalados, que sería en paralelo o en
cascada y no de un modo estrictamente serial, se ajustaría a la siguiente
descripción: cuando se presenta un estímulo a un sujeto, entra
en primer lugar en un almacén sensorial que retiene sus propiedades físicas
durante un período brevísimo de tiempo (varios cientos de milisegundos).
Al mismo tiempo, comienza a activarse determinada información del ALP
que dará por resultado la codificación del estímulo entrante
y el almacenamiento a corto plazo del conjunto de códigos activados de
la memoria a largo plazo. Es decir, como consecuencia de las operaciones de
codificación, emergerá un subconjunto activado o almacenamiento
a corto plazo.
Los códigos
activados que correspondan a estímulos a los que se ha habituado el sujeto
se mantendrán en la memoria a corto plazo pero sin acceso a la conciencia.
Sin embargo, los estímulos discrepantes o especialmente significativos
para el sujeto entrarán en el foco de la atención, o lo que es
lo mismo, pondrán en funcionamiento al ejecutivo central. Este dirigirá
el proceso de atención voluntaria durante el cual los items serán
colocados intencionalmente en la conciencia. La información, pues, entra
en un estado activo y a corto plazo involuntariamente, aunque el sujeto (cuyas
voliciones están representadas en el ejecutivo central) decidirá
si atiende o no y cuándo. La activación resultante de esta atención
y la toma de conciencia subsiguiente prolongarán la presencia de la información
en la memoria activada. Dicha información será transferida a un
sistema de memoria (episódica o autobiográfica) en el almacén
a largo plazo. Por otra parte, toda la información entrante, tanto si
pasa como si no pasa por la conciencia, podrá ser transferida a un sistema
de memoria (procedimental) a largo plazo. Este esquema deja, sin embargo, sin
resolver el origen y el destino del tipo intermedio de memoria llamado semántico,
aunque se asume que podría seguir múltiples caminos para el almacenamiento.
En resumen, la
propuesta de Cowan (1988), que compartimos en sus postulados fundamentales,
nos parece especialmente valiosa y sugerente por haber íntegrado en un
solo modelo los hallazgos y opiniones más recientes sobre el procesamiento
y almacenamiento de la información. De todo lo expuesto acerca de este
modelo, destacaríamos lo siguiente:
Supone un claro
desafío a los intentos por representar el flujo de información
de un modo esquemático y lineal.
Aporta evidencia
en favor de una memoria sensorial en la que, además distingue dos
fases.
Recoge y da
una relevancia especial a la concepción de la memoria a corto plazo
como una porción activada de la memoria a largo plazo.
El foco de
la atención es considerado como un subconjunto de la memoria activada
(o a corto plazo).
Establece una
distinción entre los contenidos de la memoria activada y contenidos
de la conciencia.
La organización
de los componentes estructurales es tal que la información puede
estar presente en más de uno al mismo tiempo.
La transferencia
de la información de una forma de memoria a otra puede ocurrir en
paralelo o en cascada.
Manteniendo
parcialmente la metáfora espacial de la memoria, rompe con la típica
rigidez de los viejos modelos multialmacén al atribuir una gran flexibilidad
e interdependencia a los distintos tipos de almacenamiento o memorias así
como a la cronología y a la secuencia del procesamiento. Este último,
por su parte, se considera el resultado de la interacción entre los
distintos tipos de memoria y las múltiples operaciones del procesador
o ejecutivo central (sin olvidar que otra parte importante del procesamiento
se lleva a cabo automáticamente).
A partir de todo
ello, la distinción entre ACP y ALP, por un lado, y MCP y MLP, por otro,
así como entre ambos pares de términos, propuesta por Atkinson
y Shiffrin (1968), requiere ser matizada. En efecto, tras las conceptualizacione
expuestas sobre la MCP y la MLP (ver también Capítulo 2), resulta
evidente que memoria a corto plazo no debe ser considerada como una estrategia
o un mecanismo hipotético referido exclusivamente a tareas experimentales
de corta duración; ni la memoria a largo plazo como referida exclusivamente
a la memoria que se estudia en experimentos de larga duración. Como se
desprende del trabajo de Cowan (1988) el funcionamiento de cualquiera de ellas
implica la intervención de la otra. Por tanto, la MCP y la MLP deben
ser consideradas -como ha señalado Tudela (1983)- como conceptos teóricos
de carácter hipotético sin una relación excluyente con
tiempo de retención de la información. La dimensión temporal
del almacenamiento es un parámetro que encuentra justificación
sólo en contextos experimentales concretos. Conceptos como sistema de
memoria, capacidad, codificación, procesos de control, persistencia y
activación se configuran como las bases teórico-experitales más
adecuadas sobre las que poder establecer tanto una distinción entre sistema
de memoria a corto plazo y sistema de memoria a largo plazo, como una conceptualización
y planificación para el estudio científico de la memoria (ver
Capítulos 2-6).
En cuanto a la distinción entre «memoria» y «almacén», si bien algunos autores tienden a establecer ciertas matizaciones entre ambos términos, no nos parece necesario mantener, en un libro de texto como éste, diferencia alguna. Así, pues, aún a sabiendas de que los términos «memoria» y «almacén» no son totalmente equivalentes, en nuestro texto utilizaremos «memoria a corto plazo» frente a «almacén a corto plazo» y «memoria a largo plazo» frente a «almacén a largo plazo» indistintamente, por considerar que la problemática cubierta será la misma. Naturalmente, esto es igualmente aplicable a las memorias o registros sensoriales.